miércoles, 19 de mayo de 2010

Dos aportaciones de nuestros alumnos

Como Uds saben la mayoria de nuestros alumnos son profesionales en diferentes ramas, y dentro de sus trabajos del diplomado se les pide que escriban algunos artículos. Les presentamos dos que consideramos es interesante que los lean. El Primero es por Angel Orsenigo, y el segundo por Maria Dolores Cousin de Nobs. Ellos son de nuestra Tercera promoción, y es la primera vez que hacemos esto y pensamos que no será laa última, pues hay muchos que valen la pena que sean leidos por todos.

Artículo de Angel Orsenigo

1) Te han invitado de un periódico a que escribas un artículo explicando ¿porqué al hablar de sexualidad se debe hablar de afectividad?

La afectividad, es un conjunto de emociones, estados de ánimo, sentimientos que impregnan los actos humanos a los que dan vida y color, incidiendo en el pensamiento, la conducta, la forma de relacionarnos, de disfrutar, de sufrir, sentir, amar, odiar e interaccionando íntimamente con la expresividad corporal, ya que el ser humano no asiste a los acontecimientos de su vida de forma neutral.

La sexualidad humana es el don que Dios le ha dado a los esposos para establecer una comunicación íntima entre ellos y a partir del amor que se profesan, dar vida. Así pues, la sexualidad es un todo, un conjunto de expresiones integrales que se complementan entre sí, por tanto, la sexualidad no se limita a la genitalidad, abarca un espectro mucho más amplio.

Hablar sobre sexualidad es hablar sobre vida, sobre metas, sobre ilusiones y proyecto vital. Hablar sobre sexualidad es identificar cómo se relaciona la persona consigo misma y con los demás, en particular con el sexo opuesto. Se caracterizan estas relaciones por el aprecio, la consideración, el respeto Hoy en día se apuesta cada vez menos por una sexualidad sana. Se deja de lado la posibilidad integral de comunicación con nuestros semejantes.

La sexualidad no se limita a las relaciones sentimentales: implica las relaciones familiares, de amistad y de compañerismo. No se deben descuidarse las relaciones humanas: ¡todos necesitamos sentirnos apreciados y capaces de apreciar a nuestros semejantes! Es por esto que, en su dimensión afectiva, es fundamental desarrollar la afectividad como medio de intercambiar cariño.

Muchas manifestaciones de la afectividad se caracterizan por la renuncia o postergación de la gratificación física personal. La afectividad ayuda al hombre y a la mujer a mantener el intercambio afectivo, por medio de detalles, gestos de cariño, como tiempos de soledad apacible, apreciación del arte, practicar deportes juntos y cultivar amistades significativas.

En ambas dimensiones, tanto en la sensualidad como en la afectividad, las personas necesitan administrar sus impulsos y necesidades con equilibrio y autodominio aún cuando la presión emocional sea fuerte, tomando en cuenta los valores humanos más centrales. Para que la sexualidad pueda desarrollarse en forma integral, es necesario que involucre la vida interior del hombre y de la mujer.

Afectividad y sexualidad deben andar siempre de la mano porque se complementan se enriquecen. La afectividad es una realidad muy poderosa ya que nuestro contacto con la realidad cotidiana es sentimental y practico.

En una educación integral e integradora se deben tomar muy en cuenta estos dos elementos: la afectividad y la sexualidad.

“Señor, no te digo que me quites los afectos, porque con ellos puedo servirte, sino que los acrisoles”

Trabajo de Maria Dolores Cousin de Nobs

  1. Una pareja ha llegado a consultarte sobre si conviene o no contraer matrimonio o si será mejor cohabitar. ¿Qué les vas a contestar?

Creo que existe entre ambos un profundo amor que les lleva a contemplar su vida en común como el mejor camino a seguir para su realización personal y su felicidad. Compartiré con ustedes el camino que ese amor exige, iluminando la definición del sentimiento con lo que ustedes que lo sienten son. Cada uno de ustedes, únicos como son, han inspirado en el otro el deseo de compartir la vida y vivir el amor que sienten en toda su plenitud. Libremente se eligieron y amaron, atraído cada uno por la personalidad del otro y todo su ser.

Por qué entonces existe la disyuntiva entre casarse o contraer matrimonio o cohabitar? Al reconocerse enamorados, y ser cada uno de ustedes único, no existe la posibilidad de volver a encontrar este amor exacto, que inspira el deseo de darse y de conocerse, afirmándose cada uno en la diferencia que es el otro. El matrimonio, el compromiso de un hombre y una mujer que tiene a Dios y los seres que aman como testigos del mismo, es el único estado posible para el desarrollo del amor entre el hombre y la mujer. Proporciona el sentido y el ambiente necesario para la entrega de si mismo, la concepción de los hijos que son fruto del amor, para educarlos desde el ejemplo, para crecer y renovarse. Plantear cohabitar sin el compromiso, niega la fortaleza y la naturaleza misma del amor que los impulsa a desear vivir juntos, los priva de la seguridad desde ustedes en la duración de ese amor que no volverán a sentir. El amor y la entrega, son para siempre, no puede haber duda de eso desde el inicio porque si la hay, si es necesario “probar” para ver si dura y después comprometerse, entonces no estamos hablando de amor, tal vez de atracción o afecto. El amor no puede tener duda de sí mismo, no puede pensar en que se termina porque es contrario a la propia naturaleza del sentimiento, el amor es para siempre. La muerte es lo único que puede separar a dos seres que se aman verdaderamente. ¿Cómo podría una persona mostrarse y entregarse si está pensando que a lo mejor mañana encuentra él o ella a alguien con quien de verdad quiera quedarse, o que a lo mejor no le gusta como cocina o como trabaja o que deporte practica el otro, o …? Si no están seguros de que quieren estar juntos para siempre, que cada uno de ustedes es exactamente esa persona que es y que será, a la que quiere darse y conocer, con la que quiere procrear un hijo, y con la que quiere contemplar el ocaso, entonces mejor pregúntense si se aman, no si es mejor casarse o vivir juntos.