sábado, 12 de febrero de 2011

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¿Tabúes? ¿De quién?



de José Carlos Fernández, el jueves, 07 de agosto de 2008 a las 10:55

No es mi intención primaria mostrar la supuesta polémica en torno al tema. Ni siquiera es mi intención secundaria. Lo que si pretendo, es decir que la única polémica que hay –que tampoco es aquella entre argumentos teológicos vrs. ideológicos– es la de tener una buena idea o una mala idea. Educación sexual, según los que la propugnan, no es más que una mala idea, si es que es una idea.



Se podrá decir que no es posible que un país en vías de desarrollo se despegue de iniciativas de países del G8. Pero lo que no se podrá decir es que por aplicar iniciativas de educación sexual nos acercaremos al desarrollo económico de éstos. Lo qué si sucederá, y basta darse una vuelta por dichos países, es que sin lugar a dudas nos acercaremos a grandes problemas sociales que desde nuestra posición económica no podremos resolver.



¿Por qué educación sexual? Otra de las razones aducidas es el alto índice de embarazos adolescentes. Curiosamente, se piensa, que enseñando como tener relaciones sexuales “seguras” a diestra y siniestra se van a lograr disminuir los embarazos adolescentes. No sé si será ignorancia crasa, pero tengo la impresión que para que disminuyan los embarazos lo único que hay que hacer es diminuir el número de relaciones sexuales, que son la causa científicamente demostrada. Ahora, el que venga a decir que es “imposible lograr contención de los adolescentes en este punto” y que por ello lo único que cabe es enseñarles otros mecanismos, está cegado por el peor de los dogmatismos teológicos. Por otra parte, si se piensa que es imposible la contención, ¿por qué tipo de milagro los adolescentes harán caso a las prácticas que esa supuesta educación les enseñará?



Se puede ir más lejos aún: ¿qué diantres se supone que significa educación, seguida del calificativo sexual? Si se trata de dar información, el proyecto está destinado al fracaso. Es pensar que todo mundo va a decir la verdad con el simple hecho de repatir 1 millón de folletitos, o de repetir 500 veces que es bueno decirla. Algún efecto tendrá, y si tiene un efecto será por influencia de los padres, y no de la escuela. Información no es formación. Luego, lo “sexual” que sigue al término “educación”, es aún muchísimo más indeterminado: indeterminado porque lo que se propaga es lo mismo que lo podría decirse acerca de la sexualidad de cualquier animal mamífero. Eso si no es que además se termina diciendo que no hay sexos determinados, cosa que ni siquiera en los más burdos mamíferos se niega.



Hay quienes han reconocido que la educación sexual corresponde en todo caso a los padres, pero cómo estos no tienen la información necesaria, no pueden darla. Aquí se reconoce la falacia arriba mencionada: si los padres no saben como enseñarles, ¿cómo es que ahora hay hijos? ¿Quién les enseñó a los padres? ¿O qué es entonces el contenido de la educación sexual? El argumento que como los padres no saben, corresponde al Estado es insostenible en un sistema democrático: con el mismo argumento puede decirse que como los padres no saben realmente que partido debe gobernar, le corresponde al Estado decidirlo.



Como se ve, detrás de lo quiere decirse con educación sexual, hay una serie de dogmatismos ideológicos que no explican nada, y si explican algo, lo explican mal. “Bueno, pero ahora no hay vuelta atrás”. Creo que sí, dado que aprobar dicha educación en ningún momento es un adelanto, sino un retroceso. Con lo cual, lo que queda es avanzar. Cosa que no puede hacerse cegado por ideologías sexuales. Si tabúes, según lo que piensa más de alguno, es sobre lo que está prohibido hablar, lo primero que debe hacerse es prohibir hablar tonterías.

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