viernes, 13 de mayo de 2011

El leguaje como arma de destrucción masiva

El lenguaje como arma de destrucción masiva
MANIPULA QUE ALGO QUEDA
Carmelo López Arias
(Alba, 14 al 20 de mayo de 2010)
Sostenía Axel Springer, editor del Bild-Zeitung, que cierta clase de público "odia pensar". Y sus
críticos señalaban esa frase como explicación al sensacionalismo característico del diario más
vendido de Europa. Hay algo más que eso: estamos ante el resquicio por el que se cuelan
todos los intentos de manipulación del lenguaje, destinados a simplificar en el receptor el
proceso de asimilación mental de las ideas que recibe, para orientarlas en el sentido deseado
por el emisor.
El estudio experimental de esos procesos es relativamente reciente. Los expertos todavía
discuten si son las sensaciones, las imágenes o las palabras las que están en el origen de los
conceptos. En cualquiera de las tres hipótesis "nuestro pensamiento toma forma y se
estructura mediante el lenguaje: pensamos en palabras. Y si variamos su significado, de hecho
estamos cambiando también nuestro pensamiento", afirma Juan Manuel Pulido, psicólogo
especialista en modificación de conducta. En consecuencia, "el recurso a eufemismos es una
manera sibilina pero muy efectiva de cambiar nuestra postura con respecto a hechos morales
o realidades políticas".
Cualquier elemento de la realidad es, pues, susceptible de una denominación que lo suavice, y
así el terrorismo se disfraza de "lucha armada" con la misma facilidad con la que un despido
masivo se pone la máscara de "ERE" o un noruego como el futbolista John Carew, ex del
Valencia, hoy en el Aston Villa, llegó a verse definido como "afroamericano" o "subsahariano"
por algún comentarista demasiado temeroso de mentar el color de su piel.
La idea de asociar un elemento emotivo a una palabra para retorcer su significado no es nueva,
si bien dispara su efectividad a partir de 1789, cuando va de la mano de su principal
beneficiario: la ideología de la modernidad, antítesis de un pasado "oscuro". La libertad se
perfuma de mística junto a la guillotina de Robespierre, y la revolución de heroísmo, y no de
olor a crimen, gracias al éxito propagandístico de la fracasada Comuna de París.
Impresionar para no pensar
"Son palabras colgadas como letreros a los sucesos, a las que se ha despojado de su sentido
original, para darles otro postizo, muy rudimentario, que si suscita pocas ideas en quien las
oye, en cambio provoca emociones de toda clase, que son las que determinan el significado
nuevo", afirma Mario Soria, estudioso de los fenómenos de manipulación informativa, que
recuerda el uso que soviéticos y norteamericanos supieron hacer de los tres conceptos
trastocados clave del siglo XX: fascismo, socialismo y democracia.
Cuando escuchamos que defender el orden público es "fascista", o que la URSS no era un
"verdadero socialismo", o que la autoridad del maestro en clase es contraria a la "democracia",
lo relevante no es la afirmación en sí, sino la identificación valorativa buena o mala que le
damos a esas tres palabras independientemente de a que se apliquen. ¡Lo que ha funcionado
es la sugestión manipuladora!
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Robert H. Thouless, profesor de Psicología Educativa en la Universidad de Cambridge, la
definió así: "Si unas afirmaciones se hacen reiteradamente y de manera resuelta, sin
argumento ni demostración, entonces los que las oigan tendrán a creerlas sin pensar en
absoluto en su solidez ni en la presencia o no de evidencia que las apoye".
Podríamos pensar que conocemos el truco y estamos prevenidos contra él, pero no es así. "Ese
lenguaje cala, claro que cala", a causa de su potencial manipulador, nos explica el sociólogo
Amando de Miguel: "Tendemos a creer que el lenguaje sirve para comunicarse, pero no sólo
sirve para eso. También para descomunicarse, es decir, para no decir la verdad, porque el
lenguaje es un arma". Y con muchos registros, añaade, desde los conceptos alambicados a las
metáforas, pasando por el alargamiento del discurso: "Se trata de usar el mayor número
posible de palabras para expresar el menor número posible de ideas".
Volvemos, pues, a Axel Springer: impresionar para no pensar.
Un ejemplo entre mil, muy significativo. En cierta ocasión, como parte de la campaña
mediática que condujo a la Ley Integral contra la Violencia de Género, un informativo de
televisión abrió con una primera noticia sobre la oleada de violencia "doméstica", manifiesta
en tres casos de agresión: un drogadicto transeúnte a su mujer drogadicta en disputa por la
dosis, un soldado a su novia a quien sorprendió con otro joven, un hombre a su ex pareja por
haber roto con él.
No había domus ("hogar") en ninguno de los tres casos, luego no era violencia doméstica. No
había elemento común: drogas en un caso, celos en otro, una obsesión posesiva en el tercero.
Pero sí era única la fuerte carga emocional destinada a obtener el efecto buscado: el apoyo a
las medidas propuestas por el lobby feminista, restrictivas -se vio después-de los derechos
constitucionales.
Herejes y papistas
La manipulación puramente emotiva es consustancial a toda sociedad y a toda época:
pensemos en los términos "hereje" o "papista" en las polémicas de la Contrarreforma. Lo que
añade la manipulación ideológica del lenguaje, a la intención evidente de despertar adhesión o
rechazo, es lograr la inversión del pensamiento de una manera sutil y gradual.
La carga emocional en la caracterización del "hereje" o el "papista" partía de la base de que el
hereje y el papista lo eran en realidad. Cuando ahora se convence a una madre de que sólo
está "interrumpiendo su embarazo", se intenta obviar el hecho de que elimina a su hijo.
No hay más que fijarse en la evolución de los términos clave en las últimas cinco décadas.
Entre los años 60 y 80 las estrellas fueron términos vinculados a la confrontación entre el
socialismo y el capitalismo y entre la sociedad tradicional y la que comenzaba a moldearse tras
Mayo del 68: progreso, desarrollo, paz, desarme, guerrilla, expresaban lo contrario de lo que
producían, del mismo modo que la "descolonización" entregó África a los sátrapas peores, y la
"liberación sexual" de la mujer era el sueño milenario del hombre...
A partir de la caída del muro de Berlín y hasta hoy, toman el testigo la solidaridad, la ecología,
la discriminación positiva...; ideas directrices del relativismo cultural que intenta sustituir los
últimos vestigios de civilización cristiana pintadas con un candoroso y vaporoso barniz.
Pulido señala el peligro de aceptar el lenguaje manipulado incluso si uno no comparte el
objeto de la manipulación: "Hay que hablar como se piensa, o se acabará pensando como se
habla. Nunca deben utilizarse palabras que no tengan un significado unívoco o no se hallen en
un contexto claro".
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Hace no mucho tiempo, en el curso de un debate público sobre la eutanasia, un defensor de la
posición católica se mostró "contrario al derecho a una muerte digna". Había caído en la
trampa de aceptar la definición del adversario.
Y es que es la izquierda quien normalmente dirige este proceso manipulador. El movimiento
antiabortista ganó una batalla importante al conseguir que se aceptase su denominación como
Pro Life ("pro vida"), pero los partidarios de la cultura de la muerte reaccionaron rápido para
no verse situados como "antivida", y se rebautizaron como Pro Choice ( "pro elección"): de
nuevo estaban en el lado "simpático" de quienes quieren que la mujer decida frente a quienes
quieren impedírselo.
La batalla es, pues, larga e incansable. Amando de Miguel, quien acaba de publicar un nuevo
libro al respecto, La magia de las palabras, nos invita a no bajar la guardia: "Es siempre el
mismo juego, alargar los periodos y recurrir a eufemismos blandos", en su opinión las claves de
la utilización "retorcida" y "torticera" del lenguaje.
De un lenguaje que hay que desenmascarar en cuanto aparezca, siguiendo el consejo de Don
Quijote: "Dad crédito a las obras, no a las palabras". A ciertas palabras, sobre todo.
TRES AUTORES FRENTE A LA MANIPULACIÓN
"Los términos lingüisticos tienen un hálito emocional: mythos y logos se encuentran en el
lenguaje humano. El lenguaje su transmutación semántica y su mitificación es factor esencial
para la gran mutación mental que se opera ante nuestros ojos y desvela el sentido de la
revolución cultural que vivimos."
Rafael Gambra (El lenguaje y los mitos)
"La forma de no caer en la trampa del uso manipulador del lenguaje es perder el miedo a los
términos talismán, pararse a matizarlos. Un joven que se adentre en el bullicio de la sociedad
actual sin conocer los recursos de que disponen hoy los manipuladores que quieren vencerle
sin convencerle, dominar le sin darle razón alguna van por la vida con los ojos cerrados,
expuestos a todo tipo de engaños."
Alfonso López Quintas (La manipulación del hombre a través del lenguaje)
"La cuestión es algo más que literaria: o existe una realidad que el lenguaje se limita a
designar, o bien el lenguaje crea la realidad y, por lo tanto, cambiando la palabra también
cambiamos aquélla. Ésta es la permanente tentación del poder revolucionario. Por esta razón,
el primero de los cambios es siempre el de las palabras."

1 comentario:

  1. El artículo aquí citado, me hace pensar en el libro:"Animal Farm", de George Orwell, dicho autor en su libro, critica la ideología Comunista y nos va llevando, a ese mundo, lleno de falacias.
    Los "que pensamos" tenemos que cuidarnos de los eufemismos y acostumbrarnos a llamar las cosas por su nombre, ya decían los abuelos con aquel dicho famoso: "Al pan, pan y al vino, vino."

    Magdalena de Fernández

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